Estudios realizados por organizaciones
como Save the children y Unicef señalan que uno de cada cuatro niños sufre
acoso escolar en nuestro país. Sin embargo, a pesar de este impactante dato, no
se está dando a este problema social la importancia que se le corresponde. El
acoso escolar es como una bola de nieve y cuanto más tiempo se mantiene peores
son sus consecuencias sobre los afectados. Pero, ¿Qué pueden hacer los
diferentes agentes para frenar esta situación? En el post de hoy vamos a ver el
papel de los poderes públicos, la escuela y los profesores como
actores de prevención.
El acosador se caracteriza por ser una
persona poco empática y con poco respeto por las normas. Esa conducta suele
venir marcada por el entorno familiar, en el que se acostumbra a escuchar
comentarios racistas y clasistas. Pero, lo peor de todo, es la creencia del
acosador de que la violencia que ejerce, verbal o física, es rentable.
¿Cómo puede actuar el colegio? Los
últimos estudios muestran que hay tres parámetros que marcan la selección y
preferencia de los padres por un centro escolar: un entorno escolar seguro,
tecnológico y bilingüe. Esto nos indica que las familias eligen el centro
educativo en función de la capacidad del centro para garantizar que no haya
violencia ni acoso. Es por ello por lo que las escuelas tienden a tratar el
acoso escolar como un tema tabú e incómodo que, de ser posible, debe esconderse.
Pero el deber del centro como agente de cambio debe ser conseguir que sus
alumnos se sientan seguros, felices y realizados para desarrollarse
íntegramente.
Cualquier actitud violenta debe ser
respondida por el centro educativo con consecuencias sancionadoras y
reeducadoras. La expulsión no puede considerarse una solución efectiva para
este tipo de personas. Dado su perfil, la expulsión del centro sería vista más
como un premio que cómo un castigo al suponer este hecho no tener que hacer
deberes o levantarse pronto. De este modo, resulta necesario que desde el
centro se obligue a estos alumnos a tener que acudir al centro y cumplir tareas
que sean vistas por el grupo de iguales al alumno como un castigo, como ir a la
biblioteca a ordenar libros o limpiar.
¿Cómo puede actuar el profesor? Los
profesores deben afrontar el acoso escolar, implicándose y no perdiendo ninguna
ocasión para enseñar pedagogía a sus alumnos. Esto pasa por inculcar a sus
alumnos valores como la empatía, tratando de transmitirles cómo debe de
sentirse una persona acosada.
¿Cómo puede actuar el poder público?
Lamentablemente, este agente tiende a tratar y abordar el acoso escolar cuando
sus consecuencias han dado lugar a situaciones irreparables. Es en estos casos en
los que el foco de atención se sitúa sobre los políticos, que combaten el acoso
escolar prometiendo promulgar una serie de medidas que sirvan como herramientas
preventivas, abordando el tema como una forma de calmar a la opinión pública
más que como un acto humanitaria, olvidándose de sus consecuencias hasta que se
crea, nuevamente, otra situación irreparable. Es por ello por lo que
necesitamos de los poderes públicos una actitud comprometida que aborde el
acoso escolar desde la educación y su capacidad para integrar.
Pero, ¿es todo esto ya suficiente? No,
se necesita aun dos factores más. El primero de ellos es la participación de los
propios alumnos del centro para ponerse del lado de la víctima y frenar desde
el inicio al acosador. El segundo de ellos es la concienciación de la sociedad
y su capacidad para convertir y transformar conceptos como la empatía y la
nobleza en fortalezas y no debilidades, consiguiendo con ello despertar la asertividad
de la población como mecanismo para actuar contra este problema y sus
consecuencias sobre sus afectados.
¿Qué te ha parecido el post? ¿Consideras
suficientes estas medidas? Déjame tu comentario.
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