La escuela es un paso necesario para
aprender a leer, escribir y contar. Muchos de nosotros recordamos con cariño
como fue nuestro periodo escolar, pero queremos uno incluso mejor para los que
nos siguen. Es por ello por lo que en el post de hoy vamos a hablar del tipo de
educación y de escuela con la que soñamos y la que esperamos que se implemente
en el futuro.
El mundo y la sociedad ha cambiado
rápidamente en los últimos años, pero ese ritmo de cambio no ha sido paralelo en
las escuelas. Las escuelas no han sabido adaptarse a las necesidades sociales
educativas relacionadas con la forma de aprender y recoger información.
El método de aprendizaje dominante en
las aulas está mayoritariamente centrado en la clase magistral y los
conocimientos recogidos en manuales y libros de texto. Esta metodología está
siendo apuntada como la responsable de reducir los niveles de motivación y
curiosidad de los alumnos desde la enseñanza primaria a la secundaria y, además,
está suponiendo la abertura de una brecha entre la forma en la que los niños y
adolescentes aprenden y la forma de enseñar en las escuelas.
La falta de adaptación de la enseñanza
al nuevo contexto de cambio social está reorientando el foco de debate sobre el
papel que la escuela debe adquirir y, consecuentemente, la del profesorado. La
escuela que demanda la social es una que premie la creatividad y el
conocimiento de sus estudiantes, que mantenga sus ganas por seguir aprendiendo,
participar en la dinámica del aula de una forma activa y, sobre todo, que les
prepare para el mundo al que van a tener que enfrentarse.
Para lograr reorientar la enseñanza y crear
este tipo de escuelas, resulta necesaria la incorporación de las nuevas
tecnologías al aula para, no solamente minimizar la brecha, también como
mecanismo para transformar y convertir el desarrollo tecnológico en desarrollo
social.
Todos estos puntos nos hacen
preguntarnos qué apariencia tendrán las clases del futuro, qué papel tendrán
los profesores en ese sistema y sobre todo, qué papel tendrá la tecnología en
el 2030.
La escuela del futuro será posible
gracias a miembros de la comunidad educativa que inventen nuevas técnicas y
métodos de enseñanza. Los profesores incorporarán las tecnologías como métodos
de enseñanza que será parte inseparable de la escuela. La enseñanza será, por
tanto, más más digital, ordenadores y robots serán considerados como una parte
esencial en el aprendizaje y formarán parte de la metodología de la escuela
cotidiana.
La tecnología será utilizada para que
cada estudiante progrese y desarrolle un aprendizaje autónomo en función de su
ritmo y sus intereses. Para facilitar ese desarrollo el entretenimiento será
una clave. Las herramientas tecnológicas tendrán un avance suficiente para
adaptarse a cada alumno, es decir, se parte de la idea de que cada alumno es
diferente y que la tecnología será utilizada para que nadie se quede atrás.
Profesores y alumnos trabajarán activa y
conjuntamente para construir nuevos conocimientos que formarán parte y utilizarán
en su día a día. El profesor será una figura guía dentro del proceso de
aprendizaje de los alumnos, proponiendo pautas para que los alumnos puedan
investigar y trabajar en proyectos de su interés. Los ratios de profesor alumno
serán más reducidos para poder permitir a los alumnos a trabajar en pequeños
grupos y que el profesor pueda disponer de tiempo para organizar y dar apoyo a
los grupos. Esto supondrá que los alumnos se encuentren motivados e
involucrados en su aprendizaje y tendrán una participación activa en la
dinámica del aula.
Para terminar el post me gustaría
incorporar un pequeño ejemplo de mi visión de cómo la escuela de 2030
incorporará y utilizará la tecnología para poder enseñar economía a los
alumnos.
Gracias a juegos planteados para que los
alumnos puedan entender mejor conceptos económicos, se utilizará la tecnología
para que puedan practicar con ejemplos y situaciones reales los contenidos
teóricos. En este caso, partiendo de que quiere enseñarse a los alumnos qué es
y cómo funciona el mercado, se diseñaría un juego en el que los alumnos
tuviesen que dar el valor de un objeto con billetes y monedas en un país
determinado y razonar porqué consideran que ese objeto vale una u otra
cantidad. Este juego serviría, no únicamente para entender el mercado, también
para trabajar la interdisciplinaridad a la vez que los valores humanos.
¿Cómo podría aplicarse la tecnología en
tu área disciplinar? Déjame tu comentario.
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